Sinopsis:
Gwen está hecha un lío… Gideon, su “compañero” de viajes en el tiempo la está volviendo completamente loca: tan pronto la besa apasionadamente como la ignora con desdén. Y es que nadie dijo que el amor a través del tiempo fuera una empresa fácil, ni mucho menos. Por suerte, Gwen tiene a su mejor amiga Leslie, a James, el fantasma del instituto, y a Xemenius, una gárgola bastante irreverente, para que le echen una mano en sus altibajos amorosos. Ah, y en lo de comportarse como la ahijada de un marqués o un duque del siglo XVIII… Porque desde que se ha convertido en la última viajera en el tiempo parece que estos son sus planes: asistir a una soirée en el año 1782, salvar el mundo y, sobre todo, no dar el cante. Así que ahora su vida consiste en aprender a bailar el minué (que no es nada sencillo) mientras decide lo que siente por el chico de sus sueños (que tampoco lo es).
Gwen está hecha un lío… Gideon, su “compañero” de viajes en el tiempo la está volviendo completamente loca: tan pronto la besa apasionadamente como la ignora con desdén. Y es que nadie dijo que el amor a través del tiempo fuera una empresa fácil, ni mucho menos. Por suerte, Gwen tiene a su mejor amiga Leslie, a James, el fantasma del instituto, y a Xemenius, una gárgola bastante irreverente, para que le echen una mano en sus altibajos amorosos. Ah, y en lo de comportarse como la ahijada de un marqués o un duque del siglo XVIII… Porque desde que se ha convertido en la última viajera en el tiempo parece que estos son sus planes: asistir a una soirée en el año 1782, salvar el mundo y, sobre todo, no dar el cante. Así que ahora su vida consiste en aprender a bailar el minué (que no es nada sencillo) mientras decide lo que siente por el chico de sus sueños (que tampoco lo es).
Reseña:
Ser la última viajera del tiempo no le hace gracia a Gwendolyn Shepherd. Pero entonces se enamoró de su compañero de viajes, el atractivo y arrogante, Gideon De Villiers.
Pero para su mala suerte, su prima Charlotte sigue de entrometida y mandona, ahora que Gwendolyn es el Rubí. Y como si fuera poco, Gideon la besa y luego la ignora.
En esta entrega descubrimos que el Conde de Saint Germain tiene intenciones de cerrar el Círculo de los Doce como sea. Así que ahora Gwendolyn tendrá que aprender a bailar el minué y comportarse como una perfecta señorita del siglo XVIII.
¿Pero qué significará cerrar el Círculo de los Doce realmente?
Lo que me gustó es que continúa inmediatamente en donde termina Rubí, así que podemos ver las reacciones de Gwen y Gideon.
Pero antes de poder prestarle atención a sus sentimientos, sospecha que hay algo maligno en el Conde y en su misión, sino entonces ¿por qué Lucy (Zafiro) y Paul (Turmalina Negra) huyeron al pasado con el cronógrafo?
Pero Gideon parece terriblemente convencido de su misión, mientras tanto Gwendolyn es un lío con sus sentimientos. ¿Gideon realmente la quiere o sólo la está utilizando?
Si en Rubí no hubo mucho romance, en Zafiro hay más. El misterio se vuelve más grande mientras intentan descubrir otras cosas, como la magia de cuervo, que se dice posee Gwendolyn ¿y porqué el Conde está interesado en Gwen?
Mientras trata de resolver estos líos, nuestra protagonista sigue siendo tan divertida como siempre y podemos ver más de Gideon que me arrancó más de un suspiro. Y sobre todo de la otra pareja, Lucy y Paul que me gustó bastante.
-¡No puedo soportarlo, Gideon! No puedo comprender que primero me beses y a la mínima de cambio me trates como si me despreciaras profundamente.
-Yo también preferiría besarte todo el tiempo en lugar de despreciarte-dijo al cabo de un momento-. Pero de algún modo tú tampoco lo pones fácil.
-¡No puedo soportarlo, Gideon! No puedo comprender que primero me beses y a la mínima de cambio me trates como si me despreciaras profundamente.
-Yo también preferiría besarte todo el tiempo en lugar de despreciarte-dijo al cabo de un momento-. Pero de algún modo tú tampoco lo pones fácil.
Si Rubí te gustó, Zafiro te gustará aún más. Una gran novela, con la cantidad exacta de romance y aventura. No te decepcionará.
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